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jueves, 19 de agosto de 2010

Día de partido en La Boca

No importa el clima sobre la ciudad lo que tiene relevancia es el clima que destella cada uno, quizá envueltos en una bandera, una camiseta, o algo que tenga relación con la insignia azul y oro. El frío, el calor o la lluvia no importan.
Mucha gente, siempre mucha gente, autos estacionados en doble fila y bocinazos que marcan el ritmo de la música proveniente de Brandsen 805. 

 
Todo esto comienza desde temprano, el rival es la excusa para ir todos los domingos como si fuese religión y tomar la ubicación que con el pasó del tiempo casi te pertenece.
Colectivos llenos de color y calor único, manada de muchedumbre que baja sobre las Avenidas Montes de Oca o Patricios tarareando alguna canción y dispuesta a caminar hacia el estadio con ese “que se yo” que nos contagia y todos ahí sentimos.
El ingreso te acelera el entusiasmo, la subida por las escaleras y el sonido de alguna corneta hoy llamadas vuvuzelas se hace sentir, niños tomados de la mano de su padre que deja al descubierto su primera experiencia en el “templo” y de mirarlo te acerca a la nostalgia de tu primer día allí, inolvidable!!!. Lo miras al viejo(a los ojos o al cielo) y él a vos, y recuerdan su protagónico en esa situación, y que seguramente cambiarán rol y actores con la continuación del apellido.
Ocupas tu lugar tras eternos saludos a los mismos de siempre y algún perdón deslizado por pisotones sin intención.
Sale el equipo, momento explosivo, bengalas, papalitos, canción de aliento y lo que te llamó la atención aquella primera vez se hace presente, el temblequeó tan particular sobre los escalones de cemento, (ni me quiero imaginar lo que era cuando las tribunas eran de tablones), termina la montaña de aliento y se escucha ¡Y DALE, Y DALE BOCA, DALE! Grito que finaliza la espera para dar paso al partido. Goles hechos y errados, sufrimiento y felicidad, pancho o helado en el entretiempo (según estación del año), insultos al aire o dirigidos para alguna persona “no grata” y aplausos más allá del resultado cuando finalizan los 90 minutos.
Ahora a esperar, sale primero el visitante, a veces se hace insoportable, otras se goza, todo depende de lo ocurrido en el rectángulo verde.
Se emprende la vuelta a casa envuelto en esa misma bandera, camiseta o insignia azul y oro que uno conserva desde la entrada.

LM

1 comentario:

  1. Muy buena prosa, que deja traslucir y compartir el sentimiento que se esta expresando. Impecable

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